Monte do Gozo – Santiago de Compostela
02/09/2015 Miércoles, entrada en Santiago de Compostela
Esta noche pasada no me ha dolido la muela, pero no podía dormir, recuerdo que eran las dos de la mañana cuando he mirado por última vez la hora.
No se si echarle la culpa al café del mediodía, a la cercanía del fin de nuestro viaje o a la avalancha de recuerdos que pugnaban por hacerse paso en mi cabeza. Al fin ganó el cansancio y quedé dormido.
Por la mañana hemos salido juntos con los amigos de Salvador y nuestros compañeros peregrinos de los últimos días.
Un paseito de apenas cinco kilómetros y entramos en Santiago.
Emoción al entrar en la Plaza, emoción al ver llorar a Salvador, y yo, que por razones que no vienen a cuento, siempre he evitado demostrar las mías, casi echo a llorar también cuando se han reunido con él su hijo y nieto.
Y fotos, muchas fotos, ahora con unos, ahora con otros.
Hemos ido a la Oficina del Peregrino a buscar nuestra Compostela y nuestro certificado de distancia. Tres mil ciento cincuenta según los cálculos de Salvador.
Misa de peregrinos sin Botafumeiro. ‘Dos peregrinos llegados desde Berlín. Salvador, de Igualada y Antonio, de Zaragoza’. No lo han dicho, pero los sordos oímos lo que nos da la gana.
A la salida de misa nos espera la TV gallega, nos entrevistan en la Plaza das Praterias. Saldrá esta noche y lo pondrán en su canal de Youtube.
Hemos ido todos juntos a comer, peregrinos Hortensia, Aurora, Dario, Angel, Felipe, Arturo, Íñigo, Salvador y Antonio, Paquita, señora de Salvador, y sus amigos de Igualada, Floren, Pere, Joan, Raúl, Miguel, Alfons y Francisco.
Por la tarde hemos ido a visitar a Santiago, darle un abrazo y tal, yo sin mucha fuerza, que no soy muy dado a achuchones.
Y por la noche cena en Casa Sixto, que es donde fueron a comer los príncipes, hoy reyes de España. Zamburiñas, chipirones, tarta de Santiago bautizada con orujo quemado y orujo sin quemar para acabar.
Luego un ratico a ver a la Tuna de Derecho, que por la edad media de los tunos, debían de ser todos repetidores.
Como miembro del Grupo Folklórico D’Aragón sé que cuando al acabar una actuación el público aplaude mucho, se merece un bis.
Pues como hay tanta gente que nos sigue y que piensa que es una pena que este viaje se acabe, voy a hacer también un pequeño bis alargando mi viaje hasta Finisterre. Salvador tiene que ejercer de ‘abuelo’ y no puede seguir, pero le gustaría. Bueno, y a mi también me gustaría hacer de abuelo.
Mañana, si Dios quiere, voy a Negreira.
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