Viernes, 2 de mayo de 2025
Hoy no ha hecho falta madrugar. También los últimos en salir.
La salida previa a la calle es nuestra mejor previsión del tiempo. No hace frío, pero llueve. Y nos dice, sin ninguna duda, como vestir para el camino.
Hoy nos pide chubasquero, paraguas y protector de mochila.

El barquito que nos llevará a Puentecesures sale puntual, a las nueve. Llegamos los primeros, pero enseguida se llena de peregrinos.

Ocupamos babor y estribor hasta la proa y dejamos libre la popa, donde hay una «terracita» a la que, conforme perdemos el respeto, salimos a hacer fotografías.

Al timón un barbudo capitán de barco y en su apoyo una joven ataviada con la típica ropa marinera impermeable.
El capitán, cada poco tiempo, reduce la velocidad para que disminuya el ruido del motor y nos da informaciones sobre lo que vamos viendo: Las bateas de mejillones; las islas; las localidades costeras; los numerosos cruceiros; etc.

Me da igual prestar poca o mucha atención, ya sé de antemano, que cuando acabe el viaje no me acordaré de casi nada. Como así acabo de comprobar.
Lo que si hago es hacer fotos y tomar algún vídeo.
Padrón
A las diez y media ya nos deja en tierra. Cruzamos el río Ulla por el puente romano de Pontecesures y tras caminar unos tres kilómetros llegamos Padrón.

Vamos sobrados de tiempo y de energía, hoy hemos empleado poca.

Vemos al entrar en Padrón, el monumento a Camilo José Cela, premio Nobel de literatura 1989. Ahí está con sus huevazos.

En el lado contrario del paseo, Doña Rosalía de Castro. Referente de la cultura gallega. En Padrón paso sus últimos años y tiene aquí una casa museo.

Visitamos la iglesia de Santiago, donde está el famoso Pedrón. Se supone que en esa piedra, los discípulos de Santiago, amarraron la barca, también de piedra, en la que traían su cuerpo. Mucho suponer me parece.



En oficina de Información y Turismo hemos solicitado la Pedronía, que es otro papelico, del tipo de la Compostela, que se da aquí, en Padrón. Hasta hace poco, era gratis. Ahora ya cobran dos euritos. ¡Al peregrino de paso, cañazo!


Buscamos un lugar para comer, de menú, si es posible. Tarea difícil. Todos van a la carta. A la carta más alta. Pero insistiendo hemos dado con un restaurante con menú asequible. El Restaurante El Grilo (El Grillo).
Estamos hospedados en el albergue A Parada do Camiño. Para mí, el peor de los que hemos estado. Ya pongo, que para mí.
La litera de abajo (arriba ni me lo planteo), está a quince centímetros del suelo. Va a ser un suplicio levantarse para ir al WC por la noche.

He cenado un bocadillo de embutido con un Albariño.
Mañana la última etapa. La más larga aunque no la más dura. Llegaremos a Santiago. Habrá que madrugar más que estos días pasados. Pero acostándonos a las horas que solemos hacerlo, no tendremos problemas de sueño.



















































