De Namur a Dinant
18/06/2015 Jeudi, destino Dinant
Tras el desayuno, hemos empezado a caminar. Éste es uno de los días que me canso hasta cuando lo recuerdo. Eran 29 km siguiendo el Mosa, pero hemos querido hacer caso de las señales del Camino y al poco de salir nos han llevado al monte, muy arriba, muy abajo. Unos paisajes muy bonitos, eso si, pero como para colmo ha llovido, con el paraguas en una mano y en la otra el bordón, no me quedaba ninguna libre para sacar fotos. Alguna si, no todas las que me hubiesen gustado.
Después de casi 19 km de monte, hemos bajado de nuevo al Mosa y allí hemos visto en un indicador que estábamos a 10 de Namur y que faltaban 20 hasta Dinant. No vale la pena quejarse, hasta que no se llega no se llega. Nos hemos cambiado de calcetines porque el GoreTex también ha fallado y llevábamos los dedos de los pies como garbanzos a remojo, y a seguir andando.
Hemos llegado a Dinant. Nos han indicado mal sobre el sitio en el que íbamos a pasar la noche y nos ha supuesto otros cuatro kilómetros de propina. Hoy también hemos llegado a los 40.
El paseo extra, no obstante, nos ha permitido conocer a Adolphe Sax, el inventor de saxófono que nació aquí y estaba sentado en un banco justo delante de su museo.
Y poco más hemos visto de Dinant ya que de la Abadía de Leffe, donde pasaremos la noche, ya no se puede salir. Como les hemos dicho que no habíamos comido, nos han preparado una comida/cena de lujo. No hay duchas, con lo que olemos a todo menos a santidad.
Mañana el desayuno es a las ocho y no nos lo vamos a perder. He visto que a las siete son los Laudes, pero me voy a pasar a Bandurrias que no tengo ganas de madrugar.
No hay WiFi, normal,… no hay ni duchas. Con lo que esto, que es del jueves, lo publicaré el viernes.
Mañana de una forma u otra nos iremos a Givet, cinco kilómetros ya dentro de Francia.
Estamos hospedados en
Abadía de Notre-Dame de Leffe
Place de l’Abbaye 1
5500 DINANT
Tel.: +32 (0)82 22 23 77
http://www.abbaye-de-leffe.be/
Tardaron mucho en abrirnos la puerta en la Abadía. Nosotros veíamos «trastear» a un fraile por el interior y no parábamos de tocar el timbre, pero ni caso. Luego pudimos comprobar que el hombre estaba sordo, sordo, sordísimo.
Después de cambiar los calcetines se vuelve a sonreír
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