20/04/2024, sábado
Antes de las seis, ya estamos fuera de la cama. Casi un alivio levantarse. Ha sido una noche realmente estresante tanto para Miguel, en el piso de arriba, como para mí, en el piso de abajo, con miedo a levantarme, porque no había espacio y miedo a dar una patada a la escalera que de seguro era mas dura que mi pierna.
Duchados, vestidos y con la mochila cargada, camino de la Estación de Atocha. Y un viaje con apenas cuatro paradas nos pone en Chamartín.
Alli nos espera Cayetano. ¡Vaya tres patas para un banco!. Saludos, abrazos,… nos vimos el año pasado, pero es un placer vernos de nuevo. Me entero, quizás ya lo sabía y lo quise olvidar, que soy el mayor de los tres.
Desayunamos y, con un poco de retraso, por parte del tren, partimos en dirección a Ferrol. Será un viaje de cinco horas en el que aprovecho para escribir estás cosicas, que el día de mañana, si lo hay, me servirán de recordatorio.
Por la ventanilla se ve un día soleado y el termómetro que hay en el vagón marca 15 grados de temperatura en el exterior. A ver qué tal sigue al llegar a Ferrol.
Aunque aún no he empezado el camino, lo poco que anduve ayer cargando mochila, me pasa factura y llevo las piernas con los típicos dolores de agujetas. Me he vuelto un flojeras. Pero resistiré.
El hotel de hoy, en Ferrol, un dos estrellas al lado de la Ría, está a años luz en calidad del de ayer. Es el América Ferrol. Tres camas (ya somos tres)
Dejamos las mochilas en la habitación y directamente a comer. Al Mesón Mateo, recomendado por la recepcionista. Recomendado y recomendable. Una exageración cada plato y Estrella de Galicia.
Vamos a la Oficina de Turismo, para centrarnos un poco y saber qué ver y por dónde empezar.
Seguimos las recomendaciones, tanto la recepcionista del hotel como la señora de la Oficina de Turismo, nos proponen que, por la tarde, hagamos los primeros seis kilómetros del camino, porque ese punto (el kilómetro 6, justito al lado del Lidl) nos queda muy cerca del hotel.
Y eso hacemos. El Camino inglés sale por la Rúa Real hasta el puerto y siguiendo hacia la izquierda la orilla de la costa, por detrás de las dársenas, llegar a la ensenada de Gándara.
Después de esto, antes de recogernos en el hotel, una cervecita con su tapa correspondiente. Tapa siempre por gentileza de la casa. Aquí da gusto ir de bares.
Y mañana a Pontedeume, si Dios quiere.