26/04/2024, viernes
Esta noche tampoco estoy durmiendo bien. Son las dos de la madrugada cuando escribo esto. No se si será por cerrar el ciclo tal como lo empecé, porque el pulpo de la comida del medio día juguetea en mi estómago o porque el café descafeinado no era tan descafeinado. Así que recurro a esto de escribir hasta que se me acabe la bateria interna y me quede frito. Tengo todos los días incompletos, y con falta de fotos.
Despertador a las seis y media. Queremos llegar a la estación con suficiente tiempo para no hacer nervios.
De corazón a corazón, hay un camino
A las siete y cuarto, sin desayunar, ya estamos en la estación. Nuestro tren, con destino a Madrid, saldrá a las 7:45.
Pasamos el control de equipajes, hasta este viaje nunca me había sido necesario el pasarlo. Han cambiado muchas cosas.
El viaje hasta Madrid resulta largo. Arrastramos cansancio y vamos los tres adormilados a ratos, a ratos mirando el móvil.
A mis soledades voy
Romance de El solitario. Félix Lope de Vega y Carpio
de mis soledades vengo
porque para andar conmigo
me bastan mis pensamientos
Llegamos a Madrid con una hora de retraso. Casi no nos da tiempo de despedirnos de Cayetano, él se queda en Chamartín. El tiempo que teníamos para llegar a Atocha desde Chamartín, y tomar algo allí para deshacer el ayuno, se ha reducido notablemente.
Aún así hemos podido comernos un bocadillo de los de aquí, pequeño y caro.
La puntilla ha sido que el Iryo ha salido con media hora de retraso. Este tren no tiene en su oferta pagar nada si llega tarde y tienen preferencia los AVE’s.
Una cosa que nos choca y hay que tener en cuenta es que los asientos miran hacia Madrid. Es decir, vamos sentados de espaldas a la dirección de la marcha. Hay personas que seguro se marean.
Yo sigo con la matraca esta de escribir el blog y, a ratos, mirar por la ventanilla.
Adormecido, solo espabilo cuando falta poco para llegar a Salillas de Jalón.
Apenas me bajo del recuerdo, ya hay que bajarse de tren en la Estación Delicias.
Alli nos espera Marina, la señora de Miguel Ángel. Me dejan, con su coche, en la puerta de mi casa.
Y aquí se acaba la historia de este cortito Camino de Santiago. Como siempre, gratificante y lleno de vivencias.
Mi agradecimiento a mis compañeros Cayetano que me ha ayudado muchísimo y, sobre todo, a Miguel Ángel que ha organizado el viaje y su logística mejor que una agencia de turismo.
También a Jesús Rodríguez por venir, de propio, como decimos los maños, a estar con nosotros y por el estupendo obsequio que nos hizo.
Gracias también a Demetrio Sánchez por nuestro encuentro en Madrid. Y a María Dacuña y Guilherme Ribeiro por venir a recibirnos a nuestra llegada a Santiago.
La vida es un viaje, no un destino.
Steven Tyler