22/04/2024, lunes
Esta primera noche en albergue, no la estoy pasando bien. Y digo «estoy» porque escribo esto a la una de la madrugada y, teóricamente, debería de estar dormido.
He elegido para taparme el saco sábana. Será por tener estropeado el termostato, o no, paso de tener frío al sudor intenso en cuestión de segundos. Y embutido en ese saco es difícil salir. Voy a probar a cubrirme con la manta del albergue, que es más fácil de manejo.
Pero me queda un problema. Una cancioncilla se ha metido en la cabeza. Estoy todo el tiempo tarareándola, si estuviera en casa me levantaría a tocarla a ver si así la conjuraba a irse. Pero aquí no hay un mal laúd para echarle a la púa, que siempre llevo.
Se me ha ocurrido levantarme y pasear. Mala idea, muy mala. Al haber en todo el albergue luces automáticas, era un «¡Hágase la luz!» continuo.
Al final recurro a esto, a escribir, me refiero. Me imagino que el propio agotamiento me dejará dormir.
Si, al final me dormí, y aún me ha dado tiempo para descansar.
Pero nada más despertar, un nuevo problema. El pantalón que había dejado colgado, había desaparecido. Alguno de los peregrinos con los que compartíamos habitación se lo había llevado.
Confiando en el dicho popular de «arrieros somos y en el camino nos encontraremos», no me he preocupado demasiado, que no me sienta bien. Afortunadamente llevaba otro pantalón más y me ha evitado hacer la etapa en calzoncillos.
También hemos salido sin desayunar. Y nada más empezar el camino, han llegado las cuestas arriba. Las llevo muy mal, para qué engañarme. Tano y, a veces, Miguel, van conmigo y no me abandonan.
Si estás bueno del estómago, no te duele ningún costado y puedes andar con tus pies, ninguna otra cosa mejor te podrán añadir todas las riquezas de los reyes.
Quinto Oracio Flaco
Salimos por el camino que ya localizamos ayer, sin ninguna dificultad para encontrar las señales.
La primera parada, para tomar un café con leche y un trozo de tarta, ha sido en Puente Bajoy, un lugar muy bien valorado por los peregrinos.
Hemos continuado con más energía, pero nos quedaban muchas más cuestas por delante.
Hoy el camino entero siguiendo las flechas. Aunque supiéramos que cada desvío fueran más kilómetros.
Llegamos a Miño, otra pequeña parada, está vez para la cerveza sin (alcohol) tostada.
Los paisajes son geniales. Ya lo he dicho alguna vez pero se puede repetir. Bosques a derecha e izquierda, la mayoría de eucalitos, pero no dejan de ser impresionantes.
Llegamos, por fin al Albergue Río Mandeo. De los mismos dueños que el de Pontedeume.
Nada más entrar por la puerta, ha venido el peregrino Pau, a devolverme el pantalón y a pedirme perdón por el despiste ¡Somos buena gente los peregrinos!
Estamos alojados aún mejor que ayer, en un cuarto de tres camas, con un baño privado. Se entra en el albergue, en la habitación y en el baño, con una llave electrónica, y cada uno tiene la suya.
Sin ducharnos ni deshacer la maleta, salimos a buscar un restaurante. Google nos recomienda el Mesón Avenida, que está muy cerca del albergue, es especialista en cocina gallega y económico.
Pedimos los tres lo mismo, ensalada, raxo (carne de cerdo) a la pimienta y tarta al güisqui. Cayetano solo come el primero ¡A ver si va a ser marciano!
Decidimos en concilio que por la tarde, tras ducharnos y descansar un rato, saldremos a ver Betanzos y cenaremos una tortilla típica de aquí, esa que al cortarla se desmorona.
Betanzos resulta ser una ciudad bastante bonita, con mucha cuesta, eso si. También tiene su Ría, la del Mandeo. Hacemos fotos de casi todo.
Las ciudades y los pueblos son libros que se leen con los pies
Quintín Cabrera
Y llega la hora de la cena. Esta vez no hay que pensar mucho. Estaba decidido antes de entrar. Tortilla de Betanzos.
La tortilla como podéis adivinar por el vídeo, no es muy gorda, es blandita, tiene más huevos que la normal, no lleva cebolla, el huevo interno queda cocinado, pero no cuajado y se desparrama al cortarla. Tarea que, mis compañeros, me dejan hacer a mí. Un circulo completo de tortilla, trescientos sesenta grados, para tres, a ciento veinte grados, más menos cinco. Corte homologado, donde los haya.
Con un heladico de postre y nos vamos tan contentos al albergue
Ahora, mientras escribo esto, los dos están roncando suave y soy el único que vela las armas.
Mañana iremos O Mesón do Vento, a 1,8 km de Hospital de Bruma
Una respuesta a «Pontedeume – Betanzos»
Pues tú siempre escribiendo con tu ironía particular
Siento que te costase dormir.
Y me ha hecho mucha gracia lo del encendido de las luces a tu paso por el albergue.
Espero que duermas mejor estos días. ….besicos.