Desembocadura del Ebro a San Carlos de la Rápita
Sábado, 14 de septiembre de 2019. Andando hasta San Carlos de la Rápita.
He despertado muy pronto. También ayer me acosté pronto.
Como hasta las ocho y media no ponen el desayuno, me ha dado tiempo de sobras para ver la previsión del tiempo, de cargar la ruta, de hacerme una idea de lo que me esperaba y de llamar a un taxi para las nueve menos cuarto.
Según Google no va a llover hasta la tarde, que yo ya habré llegado. Y el recorrido será de treinta y cinco kilómetros más o menos.
El desayuno, acorde con el albergue, es autoservicio, me he conformado con pan tumaca, otro pan con embutido, cafe y zumo.
Maite, la taxista, me ha llevado por veinte euros al punto más cercano a la desembocadura que se puede ir con coche. Aún tengo que andar cuatrocientos metros hasta el Zigurat.
Allí el Ebro es enorme, no me imaginaba como había tanta agua, hasta que he caído en la cuenta de que hay más agua salada del mar que dulce del Ebro. De todas maneras resulta espectacular.
La margen del Ebro salpicada de pescadores de caña a distancias casi iguales, no se si por casualidad o porque así debe de ser.
Y el camino en el primer tramo muy bonito, mullido, entre árboles. Luego arrozales hasta llegar a Deltebre dos horas y cuarto después de empezar a caminar.
Y Deltebre mi primera parada. Para asaltar un cajero y tomar una caña.
He ido a ver la iglesia de San Miguel y allí me he enterado que el patrón de Deltebre es San Roque.
Se sale de Deltebre cruzando un puente sobre el Ebre. Justo cuando lo iba a hacer, ha empezado a llover. Me he refugiado bajo el mismo puente he sacado de la mochila los trastos para lluvia, chubasquero, funda de mochila,.. y cuando he salido de debajo del puente, ya no llovía.
Una vez cruzado el puente está la localidad de San Jaime d’Enveja. Y de allí en adelante, arrozales. Arrozales a ambos lados.
Al principio los miraba con curiosidad, nunca había visto arrozales tan de cerca, con los ramilletes de varios tallos, y siempre con mucha agua. Había campos de arroz negro, campos de arroz a banda y hasta alguno de arroz tres delicias.
Entre en cansancio del primer día con mochila y lo monótono del paisaje, he dejado de mirar. Solo a los pies.
Y a las tres de la tarde he llegado a El Poblenou del Delta. He parado a comer en Casa Paquita y claro, después de tanta publicidad subliminal, he pedido paella. Buena elección, no ha sido necesario nada más.
A las cuatro, con la tripa llena de granos he retomado el camino. Aún quedaban unos diez kilómetros.
San Carlos de la Rápita
Por fin a las seis y cuarto llego al hotel que he reservado por Booking en San Carlos. Es el Nou Rocamar, que me sale por treinta euros.
Tras la ducha, una evaluación de daños. Llevo una marca roja en el lado derecho, de la correa de la mochila y también un poco dañado el dedo meñique del pie derecho. Nada importante. Mañana vendaré el dedo.
Me pongo en contacto con mis amigos Julia y Rafael, que tienen casa en San Carlos y casualmente están aquí.
Me enseñan el centro de San Carlos. La Parroquia de la Santísima Trinidad, Ayuntamiento, calles principales,… y me invitan a cenar en el Restaurante María (aquí desde 1941, pone su publicidad). Incluso llegamos a tiempo de ver un rato la treinta y tantas edición de la trobada de Gigantes.
Y se despiden de mí para que pueda escribir esto.
Mañana iré a Tortosa. Una etapa más corta, también saldré antes a andar. Estas etapas son llanas, pero pronto empezará la montaña.
Y como siempre, gracias por vuestros comentarios y vuestros ‘me gusta’.
Y nada más. Hasta mañana.
Paso por:
- Deltebre
- Sant Jaume d’Enveja
- Poble Nou del Delta
- San Carlos de la Rápita
Hospedado en:
San Carlos de la Rápita
Hotel Nou Rocamar
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